Generos musicales - Renacimiento

En ciertas oportunidades ocurre que no podemos creer que algunas cosas sucedan justo cuando deben hacerlo, o que más de un elemento se combine para darle forma a una serie de eventos que se tocan de alguna forma, generando consecuencias inesperadas. Esta Sincronía suele estar presente en todos los actos de la naturaleza, definiéndola en su inagotable vocación de generar vida. A la luz de los años, el Renacimiento, un término adjudicado siglos más tarde a cierto período de la historia, parece ser un cúmulo de eventos en sincronía que definieron el paso de la Edad Media a la Edad moderna. Dos siglos, aproximadamente, en donde la historia de la humanidad pega un salto, un giro, un cambio insospechado años antes, llevándose a la rastra la cultura de los pueblos de Europa, sus formas de gobernar, sus alianzas, sus rutas de comercio, sus tecnologías y hasta su línea de pensamiento predominante hasta entonces.

Quizás podamos comenzar mencionando un eclipse lunar ocurrido en mayo de 1453, que ocasionó cierto grado de superstición a los soldados Bizantinos que defendían Constantinopla del asedio de los Turcos Otomanos. Una antigua profecía indicaba que la ciudad resistiría "mientras la luna brillase en el cielo", pero cinco días más tarde es herido un comandante y muere luchando el emperador Constantino XI otorgándole la victoria a los Turcos y desmembrando el imperio romano para siempre. Con la caída del último bastión cristiano imperial a mano de los Musulmanes, las rutas de comercio comenzaron a ser vigiladas y aquellos que no abrazaban la misma religión, eran capturados junto con sus mercancías. De esta forma el comercio comenzó a complicarse y se iniciaron investigaciones para hallar nuevas rutas de comercio que lograsen evadir la vigilancia turca. Una de estas rutas sería avalada por los reyes de Castilla (España) para que casi cuarenta años más tarde, un tal Cristobal Colón se "chocara" con América y sus habitantes.


Quizás también podamos mencionar la obra de un hombre nacido en Maguncia (dentro de lo que hoy es Alemania). Maestro en la fundición de oro y destacado herrero de la ciudad. El mismo que, luego de conseguir un préstamo, se embarcó en una idea que mejoraría la difusión de los escritos. Tenía la ambición de copiar ciento cincuenta Biblias. Los "libros", hasta el momento, se confeccionaban a mano o utilizando la técnica de la Xilografía. Técnica que no permitía demasiadas copias del mismo texto al ser moldeados sobre madera e impregnada esta madera con tinta, un increíble trabajo de artesanía. Este herrero, de nombre Johannes, diseño 150 tipos de letras individuales, un sistema de encastre y rediseñó una antigua prensa para uvas. Con todo ello estaba inventando la imprenta.


El tiempo se acortó. Las novedades del resto de Europa comenzaron a llegar más a menudo. La imprenta revolucionó el mundo de las comunicaciones también, y junto a ello se difundió la filosofía de la época, las ideas políticas, los avances tecnológicos y los descubrimientos. El Hombre comenzaba a ser el centro de la atención de los pensadores de la época. Todo comienza a medirse desde y a través del hombre como centro de todo lo creado. El Teocentrismo que lideró las acciones de los pueblos durante más de mil años, se veía desplazado con firmeza por las nuevas corrientes de pensamiento. Se desarrollaron la Gramática, la Retórica, la Literatura, la Filosofía moral y la Historia. El mismo Leonardo da Vinci ha destacado en alguna de estas ramas, aunque creo que no le quedó nada por hacer. Pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo, botánico, científico, escultor, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista. Ideó un prototipo de helicóptero, de un submarino y hasta de un automóvil. Profundizó, dentro de la pintura, el concepto de la perspectiva, algo novedoso que adoptaron otros grandes artistas de la época aunque a rigor de la cronología, deberíamos también mencionar antes a el arquitecto Filippo Brunelleschi, el escultor Lorenzo Ghiberti y el pintor Masaccio.

Denizeau nos dice: "(...) el cuattrocento (siglo XV) coincide en el tiempo con el apogeo musical de la polifonía medieval en el seno de la escuela franco-flamenca. No hay necesidad de forzar las fechas para establecer la contemporaneidad exacta de Dufay, Alberti, Ockeghem y Piero della Francesa, Josquin des Pres y Leonardo da Vinci. Es decir, por una parte, el renacimiento de las artes visuales, propiciado por la aparición de la perspectiva, precede al renacimieto musical, marcado por el retroceso de la polifonía en el siglo XVI, y por otra parte estos dos movimientos renacentistas beberán en fuentes radicalmente distintas. La complejidad de las influencias, el carácter aleatorio de los avances técnicos y los efectos del cosmopolitismo provocarán graves desacuerdos históricos sobre el marco cronológico del renacimiento musical. No obstante, los musicólogos están de acuerdo en el papel eminente del siglo XVI, un evidente período de transición entre la estética medieval y la barroca."


Hemos hablado antes sobre la crisis espiritual que asoló a estos hombres y mujeres con el advenimiento de la peste negra y el fracaso del sistema feudal. A principios del siglo XVI, surge un hombre muy particular que desafió a la Iglesia. Martin Lutero, teólogo y fraile alemán, exhortaba a la iglesia cristiana de regresar a las enseñanzas originales de la Biblia. No en vano había destacado como profesor de teología con una inclinación definida hacia el humanismo. Términos como Penitencia o Probidad tomaron un nuevo significado para Lutero, convencido de que la iglesia había perdido la visión de muchas verdades centrales que el cristianismo enseñaba en las escrituras. Por ello, comenzó a enseñar que la Salvación es un regalo de Dios, dado por la gracia a través de Cristo y recibido sólo por la fe. Pero esto no era lo que ocurría en la iglesia de aquellos días ya que cualquier persona podía comprar una Indulgencia (remisión total o parcial del castigo temporal por los pecados). El fraile dominico Johann Tetzel había sido reclutado para viajar por los territorios episcopales de Alberto de Brandeburgo (arzobispo de Maguncia) vendiendo indulgencias. Con el dinero obtenido por dicho medio, se esperaba financiar la edificación de la basílica de San Pedro en Roma. Lutero interpretó esto no sólo como un abuso de poder, sino como una gran mentira que, al no poseer bases en las escrituras, confundiría a la gente alejándola de la gracia de sacramentos como la Confesión y el arrepentimiento verdadero. Según la tradición, luego de varios discursos exponiendo esto, fueron clavadas un 31 de octubre de 1517, las noventa y cinco tésis en la puerta de la Iglesia del palacio de Wittenberg. Eran una invitación al debate, exponiendo y condenando la avaricia y el paganismo en la iglesia como un abuso que, gracias al nuevo sistema de copiado ya descrito, se difundió en alemán por toda Europa. 



La respuesta del papa fue "está borracho, cuando se le pase cambiará de parecer". Se lo declaró hereje, se respondieron las tesis y estas a su vez nuevamente fueron interpeladas hasta alcanzar un grado de controversia notable. Tan notable que todos conocemos el desenlace: la Iglesia se divide en dos y la antigua iglesia, cascoteada por los recientes acontecimientos, se ve obligada a reafirmar su fe y sus preceptos para lo cual da inicio a su contrarreforma iniciada con el concilio de Trento en 1545. La institución necesitaba un refuerzo, la caída de Constantinopla que derribaba la posibilidad de continuar comerciando por las mismas rutas, el descubrimiento de tierras nuevas al otro lado del océano, la rápida difusión de los avances científicos que amenazaban el poder eclesiástico; todo merecía suponer una renovación importante en la Iglesia. El Cisma logró revolucionar las mentalidades y sensibilidades de los habitantes de gran parte de Europa, y la música también experimentó la transformación de los repertorios antiguos (responsorios, salmos) y la eclosión de nuevos géneros. El concilio de Trento mencionado modificó el destino de la música abriendo el paso a todas las propuestas que devendrían años más tarde con el Barroco.


Todo este replanteo social y espiritual, también generó una nueva mirada sobre la política y el poder. El sistema feudal ya liquidado, junto con la altísima tasa de mortalidad debido a la peste negra; transmutó los estandares del poder que, hasta entonces se sostenían a través de la posesión de tierras. En este nuevo contexto, plagado de nuevos herederos nobiliarios, comenzó a surgir el "Florín" como símbolo del poder económico y social. Florencia (Italia) era una potencia mercantil y económica con mando sobre el Mediterráneo. Supo mantener su relación con la antigua capital del Imperio ya caído, Constantinopla, ahora ya en mano de los Turcos. Mientras otras ciudades estado debían encontrar la forma de continuar con sus actividades comerciales, esta ciudad mantuvo su comercio y gracias a algunas familias en particular, estas actividades crecieron. Los Medici, familia de origen modesto que supo armar su fortuna a través de la banca, fue una de estas familias que desarrolló un particular protagonismo durante este período de transición. Sus integrantes llegaron desde banqueros, guardianes de la ciudad; hasta dos reinas (Catalina y María de Medici) y tres papas (Leon X, Clemente VII y Leon XI). También existieron dirigentes, miembros de las casas reales de Francia e Inglaterra que sobresalieron como mecenas, patrocinando a artistas y científicos de su época. Transformaron, literalmente, a la ciudad en un museo libre para todos los habitantes de Florencia. Ana Maria Luisa de Medici, es hoy recordada por haber legado todo patrimonio artístico acuñado por la familia durante siglos a la ciudad con la condición de que jamás sean quitados de su lugar. Es por esto que hoy Florencia, resurge como un claro ejemplo del Renacimiento Italiano, el cual se destacó por sobre todas las demás regiones de Europa.


A esta altura de la publicación, es claro suponer que el término: "Transición" entre dos períodos históricos bien definidos, merece la ausencia de géneros musicales propios del renacimiento. Y al parecer es cierto. Como nos dice Denizeau: "(...) si los géneros musicales del Barroco parecen tan fáciles de determinar, es debido a su relación directa con la función que tenían asignada (religiosa, teatral, divertimento, etc...). En efecto, no hay que olvidar que casi toda producción musical era, en primera instancia, el resultado de un encargo, cosa que implicaba que el compositor debía plegarse a las expectativas de un público, a las circunstancias de una ceremonia, a la composición de una orquesta u otros requisitos". Los "Mecenas", protectores de artistas y científicos, copaban el contexto obsesionados con que su legado artístico fuese más grandioso que el de su vecino. Y esta particularidad daría al mundo obras geniales, sin duda, pero no puedo dejar de preguntarme qué realmente hubiesen querido componer estos autores si no se les indicaba, si no se les encargaba determinada música u obra. 

El renacimiento es esto, precisamente, la suma de eventos y personajes históricos que, dentro de una sincronía perfecta, provocaron cambios de raíz en la humanidad. ¿Qué cambios se produjeron en el campo musical? Al oído contemporáneo, la característica más inmediatamente perceptible de la estética ya barroca no es otra cosa que el principio del bajo continuo, un procedimiento que consiste en escribir debajo de la melodía una simple parte de bajo, reemplazando la trama polifónica que establecía un principio de igualdad entre todas las voces.



Realizado por un instrumento polifónico, muy a menudo un laúd o un clavicémbalo. Esta disposición explica que hiciesen falta cuatro intérpretes para el género musical más famoso de la época, la sonata a tres: dos arriba más un contrabajo de arco y un instrumento polifónico para la ejecución y realización del bajo cifrado. Todos los géneros se beneficiarán de ello, sobre todo la ópera y el oratorio, aparecidos simultáneamente en el umbral de la música barroca.


El uso de la Imprenta permitió la difusión de partituras, facilitanto la práctica individual; esto ocasiona el ascenso de la música instrumental superando la tradición hasta entonces del dominio de la voz como instrumento principal. El Laúd, con sus derivados, se afianzó como el instrumento rey en el siglo XVI, un dominio que continuó a lo largo del siglo XVII. El clavicémbalo, por su lado, ejerció un dominio casi absoluto durante el siglo XVIII. El papel del laúd es primordial, no sólo para el desarrollo de los géneros instrumentales, sino también por el auge de la monodia acompañada, en la que se asocia a la voz sin fusionarse con ella, enriqueciendo el discurso musical sin afectar la inteligibilidad del texto. Los progresos en la fabricación de instrumentos transformaron también el grupo de cuerdas con arco. La vieja familia de las violas (siglo XV) constaba de la viola de brazo (vihuela de arco o violón, viola alta), las violas de gamba (viola tenor, viola baja) y el violín, un conjunto que cubre un registro muy extenso. La sonoridad de la Viola, dulce y refinada, le valió continuar siendo favorita durante los siglos XVII y XVIII. 
El modelo inamovible (el que hoy conocemos) de violín apareció al final del siglo XVI. La sonoridad de este último, es mas brillante y de una mayor riqueza que la de la viola, cosa que explica su creciente éxito y la prolongada desconfianza que suscito su aparición. Gracias a la música de danza logró afianzarse poco a poco; integrando definitivamente en la orquesta en la segunda mitad del siglo XVII, fue convirtiéndose en el instrumento predilecto de los concertistas virtuosos. El alto, que suena en la quinta inferior, el violonchelo y el contrabajo, que ocupan el registro más grave, completan la escala sonora de la familia del violín, al introducir los matices sonoros más variados, aportando una ternura elegíaca (triste, nostálgica) a la robustez lírica. Los instrumentos de teclado (órgano, clavicordio, espineta) embocan a una gran parte de la música en el camino de un creciente virtuosismo digital, cuyo impulsor, en el siglo XVII, será el clavicémbalo. Las perspectivas que estos avances en la creación de instrumentos abre parecen casi ilimitadas y enriquecerán durante cerca de dos siglos todos los parámetros del lenguaje musical. 


Monodia acompañada

A partir de 1530, el auge del madrigal polifónico conforma una etapa esencial de la historia de la música. Como las exigencias estilísticas, artísticas y estéticas del humanismo no encuentran espacio para desarrollarse en los marcos antiguos, el madrigal permite abrir en Italia nuevos horizontes musicales, a la vez que valoriza la prestigiosa tradición poética del país de Dante, Petrarca, Ariosto o Tasso. Como consecuencia de esta eclosión, toda Europa se dirigirá poco a poco hacia el principio de monodia acompañada, que favorecerá el figuralismo y, por ende, todas las formas de libertad melódica, rítmica y armónica. La preeminencia de la parte superior del tejido musical y la importancia del registro grave en relación a las voces intermedias, provocaron la aparición de un nuevo concepto en los diversos géneros que se practicaban: el del acompañamiento. La ciencia del Armonía (arte de combinar acordes) experimentó una vertiginosa evolución que le permitió reducir progresivamente la importancia del contrapunto (arte de superponer melodías). Entonces pudo reafirmarse la tonalidad, cuya consecuencia expresiva y sintáctica de mayor calado fue la idea de la modulación (paso de una tonalidad a otra) que requerirá el talento de los compositores hasta la actualidad.




El Madrigal

Denizeau nos explica que aunque el madrigal apareció en la Florencia del siglo XIV, bajo una forma que lo emparentaba con el rondó francés, su segundo nacimiento y su transformación son característicos de la evolución artística italiana del siglo XVI.
Históricamente, el madrigal sucede en Italia a la frottola, una canción popular estrófica del siglo XV que recurre a la voz acompañada por Laúd antes que al coro. Tomó auge tanto en Ferrara como en roma o Mantua, y tuvo su esplendor en la obra de Carlo Gesualdo. Pero el género culmina en la obra de Claudio Monteverdi, en ocho recopilaciones sucesivas que componen las etapas de una prodigiosa evolución. En ella, el virtusismo voal y el estilo expresivo no cesan de progresar al servicio de lo que el propio Monteverdi denomina el "Juejo de las pasiones reacias a ser expresadas con música" según patrones específicos. El Madrigal no sólo impone la primacía definitiva de la monodia acompañada, sino que favorece también, en su propio marco, la introducción de conjuntos (dúos, tríos) característicos del estilo concertante que marca la naciente estética barroca.



El Madrigal, en un principio polifónico y a cinco voces, se alejó rápidamente de ese primer concepto contrapuntista para girarse hacia el estilo representativo, que le sometió a las inflexiones expresivas del poema, confiriéndole una factura de gran flexibilidad. Los artesanos de esta "seconda prattica", Luzzaschi, Gesualdo y Monteverdi, transgredieron cada vez más abiertamente las reglas heredadas de la polifonía e impusieron una estructura heterogénea (recitativo, monodia, dúo, trío, coro) al madrigal, que se acercó así a la cantata profana hasta al punto de, a veces, fundirse con ella.








Aire cortesano

El término aparece por primera vez en una recopilación publicada en 1571, donde este nuevo género se presenta como un refinado sucesor de la canción popular denominada voix de ville (Vodevil), en la que todas las estrofas se cantaban con la misma melodía. El tema esencial continúa siendo el amoroso, desde el ideal cortesano a la consumación. La forma es estrófica, en cuartetas o sextillas, y el verso es bastante libre, como requiera la orientación general de la época, a pesar de la persistencia del octosílabo. 



Aunque no se siente aprisionada por el texto, la música se esfuerza en mantener su inteligibilidad, de ahí que haga un considerable esfuerzo prosódico, que queda minado por la repetición de idénticas pautas musicales en cada estrofa, a pesar de que el discurso poético varíe continuamente. Rítmicamente oscila entre el legado del compás a la antigua y la libertad adquirida al precio de una dilatada evolución de las nuevas leyes musicales desde el retroceso progresivo de la polifonía. La melodía es frecuentemente conjunta y el estilo, silábico.



Todas estas características producirían inevitablemente una monotonía si no fuera por la ayuda de unas ornamentaciones dejadas al albedrío del intérprete que exigen tanto inteligencia poética como sensibilidad musical (instinto y gusto son las palabras clave de esa época): cuando se retoma la estrofa de un modo muy adornado, improvisando, a veces suele llamársela "doble". El aire cortesano, escrito para cuatro o cinco voces, era generalmente interpretado por un cantor que sólo ejecutaba el superius; el resto, es decir, el acompañamiento, se reservaba para el Laúd, que podía añadir un preludio y un ritornelo (motivo breve repetido en cada estrofa). Muy pronto se impuso la costumbre de escribir las voces inferiores directamente para el Laúd.


El Ayre

Una vez más, como en el caso del Gymel, la masque o, ne menor grado, el ground; el ayre, aparecido como reacción al madrigal italiano y al aire cortesano francés, constituye un original intento por parte de los compositores ingleses de conservar su idiosincrasia musical. Apareció a finales del siglo XVI y encontró casi inmediatamente su apogeo en la obra de John Dowland. Está destinado a cuatro voces solistas, de las cuales únicamente la superior es cantada, mientras que las otras componen un acompañamiento musical que puede, a veces, ser confiado a un conjunto vocal. Su estructura es generalmente estrófica (de 6 a 12 versos) y el estilo, silábico. 




La Masque

Aparece también en Inglaterra durante el siglo XVI y su momento de éxito coincide con el primer cuarto del siglo XVII. Muy cercana al ballet cortesano francés, o a la mascarada, es un divertimento cuyo argumento (tan fantasista en su tema como anárquico en su estructura) recurre a menudo a la mitología y a lo alegórico. Utilizando canto y danza, representa, con la importancia que otorga a los vestuarios y la decoración, un original intento de crear un género teatral genuinamente inglés. En la Masque el canto va acompañado y algunos de sus pasajes, reservados a la danza, son estrictamente instrumentales. Desafortunadamente, los fragmentos que conocemos son demasiado reducidos para que nos permitan hacer un estudio consistente de este singular género.

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