Muy bien, ya hemos alcanzado a ubicar la figura de Elvis Presley en el contexto histórico de la década del cincuenta, junto a los detalles (para nada insignificantes) de la situación social y el odio racial que imperaba en Norteamérica. Y precisamente hoy vamos a enfocarnos en tres músicos de color que marcaron también a las siguientes generaciones.
Ray Charles

El primero de ellos es un hombre nacido en Albany (capital del estado de Nueva York) un 23 de septiembre del año 1932 bajo el nombre de Ray Charles Robinson. Mudado junto a su familia de muy pequeño a Greenville, Florida, a lo que fuera una comunidad muy humilde; el joven Ray comienza a perder la vista a los cinco años para quedar completamente ciego a los siete. No obstante, su curiosidad por la música lo llevó a estudiar y componer en sistema Braile, participando de una vida musical activa ya desde sus inicios. Por influencia de su ídolo King Cole, fundó en 1948 un trío llamado McSon Trío (también conocido como Maxim Trío). En 1950 se asoció con Lowell Fulson, cantante y guitarrista de blues con quien inició una serie de giras por todo el país. También participó en las bandas de T-Bone Walker y de Joe Turner, que figuraban entonces entre los abanderados del blues.
Su primer simple (recordemos que en aquella época sólo era posible ser escuchado por la radio, que no iba a transmitir más de una canción) fue Confession Blues, de su propia autoría y grabado en 1949 en compañía de este trío ya mencionado. Como podrán determinar con la fecha, esto es anterior a Elvis y Ray comenzaba a dar grandes pasos en su carrera artística. Una carrera que, a diferencia del Rey del Rock, se acercaba más al Rhythm and Blues (exclusividad de la población de color) sin acercarse tanto al mercado que coparía, años más tarde, el ya renombrado astro blanco.
Cuatro años más tarde, el agente Ahmet Ertegun de Atlantic Records lo contrata y comienza a fortalecer su imagen artística como una de las figuras imprescindibles del Rhythm and Blues. Vivió sucesivamente en diversas ciudades y, tras unirse a Ruth Brown, formó una banda en la que también se integraron David Newman (saxo) y Joe Bridgewater (trompeta). A mediados de la década de los años cincuenta Ray Charles creó esa suerte de magnífica fusión entre el blues, el gospel (aunque fuera muy criticado por ello) y el swing, e impuso a su música también lo frenético del rock & roll

Durante los años cincuenta, que fueron mayormente de proyección internacional, participó en proyectos de músicos de jazz muy reconocidos, como es el caso de Milt Jackson (con quien grabó el famoso Soul brothers), Betty Carter, Oscar Pettiford, Kenny Burrell o Billy Mitchell. También triunfó en algunos festivales carismáticos como el de Newport (1958) o en el templo del jazz, el conocido Carnegie Hall (1959). En 1960 visitó Europa y triunfó con su éxito Georgia in my mind; en el viejo continente, en los años ochenta, sería incluso más reconocido que en Estados Unidos.
Ray Charles fue uno de los mitos del rhythm & blues. Su estilo, personal y eficaz, siguió ganando adeptos durante medio siglo y ha hecho de él uno de los personajes más carismáticos de la historia de la música. Su fusión de variados estilos musicales resultó un hallazgo. Conjugó a la perfección rhythm & blues y rock & roll, sin olvidar sus guiños al jazz u otros estilos tales como el country, la opereta, el gospel o el pop. Dueño de una voz singular y reconocible por todos, su figura se convirtió en uno de los iconos más representativos de la música del siglo XX. El timbre "roto" de su voz, marcado y trágico una veces, melodioso y dulce otros, constituyó uno de sus mejores dotes, y puede compararse con las voces de Louis Armstrong, Nat King Cole o Bessie Smith.
Como pianista, su estilo también marcado y percusivo fue casi insuperable dentro del estilo del blues negro. Acordes superpuestos, ritmo frenético o melodías suaves y cadenciosas en las baladas, son los rasgos musicales más característicos de Ray Charles al piano. En 2005 su vida es retratada en cine bajo la inmejorable actuación de Jamie Foxx y es una película altamente recomendable. Dejo el trailer por aquí (si no la han visto, lo recomiendo):
Chuk Berry
Antes del nacimiento de Ray Charles, en San Luis (Misuri) daba sus primeros aullidos al mundo otro ícono del Rock: Charles Edward Berry. Algunas fuentes ubican su nacimiento en 1926 y otras en 1931, claro que en lo que sí coinciden es que nos dejó un 18 de marzo de 2017. Considerado el "padre" del rock, fue él quien allanó el paso del rhythm and blues al rock and roll en los años cincuenta. Logró romper las barreras de popularidad entre la música blanca y negra de su tiempo y tuvo una gran influencia posterior, tanto en guitarristas (Keith Richards, Eric Clapton) como en compositores (Bob Dylan o John Lennon, ferviente admirador suyo). Su manera de tocar nerviosa, frenética y casi histérica, era un estilo único que subió su cotización en muy poco tiempo.
Berry comenzó su carrera, influenciado por el Boogie-woogie, el blues y el swing; actuando en fiestas desde joven. Su primera guitarra fue una de cuatro cuerdas (guitarra tenor) que le habían prestado. En 1944 es arrestado junto a dos amigos por robar unas tiendas y un automóvil. Fueron condenados a diez años de prisión, aunque Berry, luego de cumplir tres años de condena en un reformatorio juvenil (donde formó también un grupo de canto) salió en libertad.


En 1959 fue encarcelado por espacio de dos años, al haber sido encontrado culpable de cargos de inmoralidad contra una empleada de su night-club. Cuando salió de prisión, sus temas eran más conocidos que los de las nuevas bandas que por aquel entonces iban surgiendo (sus temas fueron versionados por The Beatles y The Rolling Stones en sus primeros álbumes) y recogió buen número de éxitos hasta 1965, cuando cambió de sello y fichó por Mercury, para el que editó tres álbumes con poca incidencia entre el público.
En la historia del Rock & Roll quedarán anotados para siempre un sinfín de magníficos temas (Maybellene de 1955, Sweet little sixteen y Johnny Be Goode, ambas de 1958, You Never Can't Tell de 1964, My Ding-A-Ding de 1972), además de su original paso del pato con el que cruzaba el escenario de un lado a otro.
Richard Wayne Penniman nació en 1932 en Macon (Georgia). Fue el tercer hijo de doce hermanos y a ello se le atribuye el apodo por el que fuera popularmente conocido: Little Richard.
Su padre era diácono de la iglesia aunque se dedicaba al contrabando de alcohol en su propio night club. El gospel inundaba todos los rincones del suburbio donde vivían como una forma de plegaria para abandonar aquella mísera existencia. De muy joven se mostró hiperactivo y abiertamente gay. Era flaco, bajito y con una pierna más corta que la otra, lo que le obligaba a andar torcido. Para él estas circunstancias le hicieron crecer. No fue muy buen estudiante aunque la música captó pronto su atención. Recibió la influencia de artistas consagradas como Mahalia Jackson y Marion Williams. Empezó primero aprendiendo el saxo alto para tocar en la banda de la escuela.

La marca distintiva del músico ya estaba conformada: voz contundente, actuación desenfadada, músicos eléctricos. El desenfreno sexual corre en paralelo a los aplausos como artista. Monta orgías antes y después de los conciertos, le gusta ejercer de voyeur y se inventa fantasías sofisticadas. Fue en 1957 cuando durante una actuación en Australia vio una bola de fuego en el cielo que interpretó como una señal de Dios y abandonó la música de repente para dedicarse a predicar. Aquella decisión le provocó demandas por renuncias a contratos de actuaciones que ya estaban firmados. Después se supo que el resplandor australiano correspondía al lanzamiento del Sputnik desde Kazajistán por parte de los rusos.

Lo que sigue...
Quise retratar hasta aquí los hitos que considero más importantes desde los inicios del Blues hasta el nacimiento del Rock, para poder abrir una gran puerta que es la década del 60. Este período nos llevará por eventos únicos en la historia de la humanidad y revelaciones musicales inesperadas que se convertirían, con el tiempo, en mito. Chuk Berry y Little Richard, junto a la figura emblemática y magnética de Elvis, son el puntapié inicial para que los jóvenes del otro lado del océano comenzaran a intentar romper también sus barreras sociales. El mundo no se esperaba todo lo que iba a suceder en esos diez años y creo que aún nos seguimos asombrando.Nos vemos la próxima...
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